20 mayo 2011

La ceremonia de la decantación


La decantación es uno de los temas que más inquieta a las personas que se acercan al mundo del vino. Cómo decantar, qué vinos, en qué momento...

Parte del atractivo de la decantación es el muy ceremonioso trasvase desde la botella al recipiente de cristal. Imagínense en plena faena frente a sus invitados a la vez que explican lo bien que le vendrá al vino ¡esa milagrosa transformación en un líquido mucho más sensual y expresivo! ¿Y si lo acompañan de uno de esos preciosos –y caros– decantadores de formas increíbles y sofisticado diseño?

Más allá del espectáculo, deben saber que con la decantación se buscan dos objetivos fundamentales. Uno: oxigenar. Dos: servir un vino limpio y libre de sedimentos

1. Tenga durante 24 horas (o más si es un vino especialmente viejo) la botella en posición vertical para que los sedimentos vayan depositándose en el fondo de la misma.
2. Abra la botella con sumo cuidado, especialmente si se trata de un vino viejo (recuerde que el estado del corcho puede ser un tanto delicado).
3. Sitúe una fuente de luz que le permita ver con claridad en todo momento el cuello de la botella.
4. Muy despacio, empiece a verter el vino poco a poco en el decantador, preferiblemente de boca estrecha. Apoye la botella en la boca del decantador.
5. Esté atento al cuello de la botella. La fuente de luz le permitirá comprobar perfectamente cuándo empiezan a aparecer posos (sedimentos). Es el momento en que debe dar la ceremonia por finalizada. Si lo ha hecho correctamente no debería quedar mucho más de uno o dos dedos de vino en la botella.
6. Recuerde: cuanto más joven sea el vino, más generosamente podrá trasvasarlo al decantador. Jarree sin miramientos y elija decantadores de base ancha que permitan una mayor superficie de contacto con el oxígeno.

Cuando se realiza una comparativa entre distintos tipos de decantadores entra en juego la mayor o menor superficie de líquido en contacto con el aire, lo que da lugar a desarrollos aromáticos más o menos rápidos.

Fuente: Jaime Sanz, en El Mundo del Sommelier

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